Guaraira Repano

Guaraira Repano

jueves, 30 de abril de 2009

MENTE Y MATERIA - Dr. Joe Dispenza

MENTE Y MATERIA

Dr. Joe Dispenza

 

Entrevista publicada  y realizada por Víctor-M Amela

 

 

 

www.drjoedispenza.com

Tengo 46 años. Nací en Nueva York y vivo en Rainier (Washington). Estoy casado en segundas nupcias, y comparto cinco hijos. ¿Política? Creo en el derecho divino de todo ser humano a buscar su felicidad. ¿Dios? La esencia inmanente que da vida a todo. Cada segundo pierdes diez millones de células: la vida actúa en ti, ¡acéptala!

 

El cerebro humano es un órgano de colosal plasticidad, y hoy estamos aprendiendo a estimularlo, enriquecerlo, desplegarlo. Y no sólo en sus capacidades intelectivas, sino también en las emocionales. Y en las bioquímicas: podemos aprender a modularlo para producir duchas hormonales que te refuercen el sistema inmunológico. ¿Consistirá la medicina del futuro en ese autocontrol de los recursos de la mente sobre la materia, sobre el propio cuerpo, y a eso le llamaremos salud? Dispenza se dedica al desarrollo del cerebro y la autoconciencia, como explica en el libro y la película ´¿¡Y tú qué sabes!?´, igual que en una charla impartida en el colegio mayor Sant Jordi de la Universitat de Barcelona, organizado por L´Ambar y el Cineforum Spiritual Vision.

 

-¿Qué es una remisión espontánea?

- La súbita reversión de una enfermedad: el enfermo sana de una dolencia sin explicación médica convincente. 

- ¿Se dan a menudo curaciones de este tipo? 
- Sí se dan. Yo he presenciado casos espectaculares. Y tengo una buena noticia: podrían darse más a menudo. 

- ¿Por qué? 
- He estudiado a muchas personas que experimentaron asombrosas remisiones de graves enfermedades. .. y he constatado en ellas ciertos aspectos comunes. 

- ¿Cosas que podemos aplicarnos todos, entonces? 
- ¡O intentarlo, al menos! Porque esas remisiones no fueron tan espontáneas...

- Le escucho: ¿qué había en común entre esas personas? 
- Todas aceptaron que sus modos de pensar y sentir ( "he estado enfadado, odiando, envidiando.. ."), sus actitudes vitales, en suma, les habían ocasionado desequilibrios y disfunciones, les habían dañado la salud. 

- Ah, eso no es nada fácil de aceptar... 
- Pero se puede. Y uno puede buscar tiempo para empezar a ejercitarse en crear pensamientos grandes y felices: ¡eso está comprobado que estimula el sistema inmunológico, que estimula una neuroquímica salutífera! 

- ¿Qué más hicieron esas personas?

- Empezaron a formularse preguntas importantes: ¿a qué persona o gran personaje admiro?, ¿a quién conozco que sea feliz, para ser igual?, ¿qué debo cambiar en mí para vivir con alegría? 

- ¿Basta con pensar en eso? 
- Es que, además, se concentraron en pensar en la nueva persona que querían ser. ¡Y eso genera ya redes neuronales nuevas! 

- ¿Estaban ya cambiando, mejorando? 
- Sin duda. Pero había algo más: todos aceptaron que la inteligencia de la vida, la inteligencia universal latía en ellos, y que podían reconectarse a ella. 

- Suena ya demasiado místico, abstracto... 
- ¡Es de una lógica radical! Mira: cada segundo pierdes diez millones de células... ¡Ahora mismo! ¿Estabas pensando en hacerlo?

- No. 
- Hay un montón de células que deciden nacer y morir a cada segundo del día y de la noche, que deciden mantener tu corazón latiendo, todos tus órganos funcionando. .. ¿Controla todo esto tu inteligencia racional? 

- No. 
- ¡Pues ésa es la activa inteligencia de la vida a la que me refería! ¿Ves? La aceptas: puedes conectarte, encajarte en ella. 

- ¿Y cómo lograr encajarme en ella?

- Hoy sabemos que la meditación es muy eficaz... Y hay algo que yo practico: cada mañana, al levantarme, pienso en quién quiero ser, escojo qué quiero para ese día, para mi vida, qué ideales persigo... ¡y todo eso lo siento dentro de mí como si ya fuese real! 

- ¿Y qué sucede, señor Dispenza? 
- ¡Que vivo días asombrosos! Y que vivo todos los días como si lo fuesen. 

- ¿Está sugiriéndome que puedo crear mi realidad? 
- Todas las personas que hicieron algo grande fueron personas que vivieron en una visión, en una realidad en la que creían. Y, de este modo, la crearon. 
- Eso no es muy científico. 
- En tal caso, las partículas elementales tampoco son muy científicas.. . 

- ¿Por qué lo dice? 
- ¡Porque se comportan contrariando las leyes de la física mecánica! Para empezar: donde todo parece sólido, ¿qué hay? 

- ¿Qué hay? 
- ¡Abismos de vacío! 

- Muy poético. 
- No, no, es mera realidad: en el átomo, entre los electrones y el núcleo, hay inmensidades de vacío; y entre los protones y neutrones del núcleo del átomo, hay más inmensidades de vacío... O sea, los ladrillos de la materia... están vacíos. ¡La materia es mero vacío! 

- ¿Alguna otra enseñanza de física cuántica que quiera transmitirme? 
- Que mente y materia no están separadas. Los humanos, pues, podemos usar la mente subjetiva para influir en el mundo objetivo. 

- No es poco trabajo... 
- ¡De hecho, lo hemos hecho durante siglos sin darnos cuenta! 

- ¿Ah, sí? ¿Cómo? 
- Al rezar. 

- ¿Propone que recemos? 
- Orar es esto: cerrar los ojos y pensar. Y para eso no se necesita a Alá, Yahvé, Dios ni nada de eso: se basta uno. Esto es lo que propongo: ¡experimenta! Haz de tu vida tu propio experimento científico. 

- Despidámonos con algún ejemplo de experimento. 
- Una vez tomé a dos personas: una estiraba con un dedo un cordel durante una hora al día, durante cinco días a la semana, durante cuatro semanas. Su dedo ganó un 30% más de fuerza. La segunda persona hizo lo mismo... pero sólo mentalmente. 

- ¿Y? 

- ¡Su dedo ganó un 22% más de fuerza!

- ¿Sin tocar el cordel?
- Sin tocar el cordel. 

- Vaya...
 
- Lo físico es metáfora de los psíquico. Está todo imbricado, es en el fondo lo mismo. Insisto: ¡experimenta! Enriquece tu vida con experiencias nuevas. Créalas en tu cerebro. Crea realidad con tu mente, y verifícala luego en tu entorno. Serás creador. ¡Todos lo somos! Basta con conectar con esa inteligencia cósmica de la vida, con esa mente total. Enriquécete, enriquécete…




lunes, 27 de abril de 2009

ENTREVISTA: UN CEREBRO CENTENARIO Rita Levi-Montalcini PREMIO NOBEL DE MEDICINA




ENTREVISTA: UN CEREBRO CENTENARIO Rita Levi-Montalcini PREMIO NOBEL DE MEDICINA

"Cuando ya no pueda pensar, quiero que me ayuden a morir con dignidad"

MIGUEL MORA 18/04/2009

 
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El 22 de abril cumple 100 años Rita Levi-Montalcini. La científica italiana, premio Nobel de Medicina, soltera y feminista perpetua -"yo soy mi propio marido", dijo siempre- y senadora vitalicia produce todavía más fascinación cuando se la conoce de cerca. Apenas oye y ve con dificultad, pero no para: investiga, da conferencias, ayuda a los menos favorecidos, y conversa y recuerda con lucidez asombrosa.

      La noticia en otros webs

      "Decidí no casarme cuando era adolescente. Nunca habría obedecido a un hombre, como mi madre a mi padre"

      Sobrada de carácter, deja ver su coquetería en las preciosas joyas que luce, un brazalete que hizo ella misma para su gemela Paola, el anillo de pedida de su madre, un espléndido broche también diseñado por ella. Desde sus ojos verdes vivísimos, Levi-Montalcini escruta a un reducido grupo de periodistas en la sede de su fundación romana, donde cada tarde impulsa programas de educación para las mujeres africanas.

      Por las mañanas visita el European Brain Research Institute, el instituto que creó en Roma, y supervisa los experimentos de "un grupo de estupendas científicas jóvenes, todas mujeres", que siguen aprendiendo cosas sobre la molécula proteica llamada Factor de Crecimiento Nervioso (NGF), que ella descubrió en 1951 y que juega un papel esencial en la multiplicación de las células, y sobre el cerebro, su gran especialidad. "Son todas féminas, sí, y eso demuestra que el talento no tiene sexo. Mujeres y hombres tenemos idéntica capacidad mental", dice.

      Con ella está, desde hace 40 años, su mano derecha, Giuseppina Tripodi, con quien acaba de publicar un libro de memorias, La clepsidra de una vida, síntesis de su apasionante historia: su nacimiento en Turín dentro de una familia de origen sefardí, la decisión precoz de estudiar y no casarse para no repetir el modelo de su madre, sometida al "dominio victoriano" del padre; el fascismo y las leyes raciales de Mussolini que le obligaron a huir a Bélgica y a dejar la universidad; sus años de trabajo como zoóloga en Misuri (Estados Unidos), el premio en Estocolmo -"ese asunto que me hizo feliz pero famosa"-, sus lecturas y sus amigos (Kafka, Calvino, el íntimo Primo Levi), hasta llegar al presente.

      Sigue viviendo a fondo, come una sola vez al día y duerme tres horas. Su actitud científica y vital sigue siendo de izquierdas. Pura cuestión de raciocinio, explica, porque la culpa de las grandes desdichas de la humanidad la tiene el hemisferio derecho del cerebro. "Es la parte instintiva, la que sirvió para hacer bajar al australopithecus del árbol y salvarle la vida. La tenemos poco desarrollada y es la zona a la que apelan los dictadores para que las masas les sigan. Todas las tragedias se apoyan siempre en ese hemisferio que desconfía del diferente".

      Laica y rigurosa, apoya sin rodeos el testamento biológico y la eutanasia. Y no teme a la muerte. "Es lo natural, llegará un día pero no matará lo que hice. Sólo acabará con mi cuerpo". Para su centenario, la profesora no quiere regalos, fiestas ni honores. Ese día dará una conferencia sobre el cerebro.

      Pregunta. ¿Cómo es la vida a los cien años?

      Respuesta. Estupenda. Sólo oigo con audífono y veo poco, pero el cerebro sigue funcionando. Mejor que nunca. Acumulas experiencias y aprendes a descartar lo que no sirve.

      P. ¿Se arrepiente de no haber tenido hijos?

      R. No. Era adolescente cuando decidí que nunca me casaría. Nunca habría obedecido a un hombre como mi madre obedecía a mi padre.

      P. ¿Recuerda el momento en que decidió estudiar? ¿Qué dijo su padre?

      R. Era el periodo victoriano. Mi padre era una persona de gran valor intelectual y moral, pero un victoriano. Desde niña estaba contra eso, porque veía a mi padre dominar todo, y decidí que no quería estar en un segundo plano como mi madre, a la que adoraba. Ella no mandaba. Dije a mi padre que no quería ser ni madre ni esposa, que quería ser científica y dedicarme a los otros, utilizar las poquísimas capacidades que tenía para ayudar a los que necesitaban. Que quería ser médica y ayudar a los que sufrían. Él me dijo: "No lo apruebo pero no puedo impedírtelo".

      P. ¿Qué momentos de su vida han sido más emocionantes?

      R. El descubrimiento que hice, que hoy es más importante que entonces. Cuando cada experimento confirmaba mi hipótesis, que iba completamente contra los dogmas de ese tiempo, viví momentos emocionantes. Quizás el más emocionante. Por el resto, el reconocimiento de Estocolmo me dio mucho placer, claro, pero fue menos emocionante.

      P. Su tesis demostró que, de los dos hemisferios del cerebro, uno está menos desarrollado que el otro.

      R. Sí, el cerebro límbico, el hemisferio derecho, no ha tenido un desarrollo somático ni funcional. Y, desgraciadamente, todavía hoy predomina sobre el otro. Todo lo que pasa en las grandes tragedias se debe al hecho de que este cerebro arcaico domina al de la verdadera razón. Por eso debemos estar alerta. Hoy puede ser el fin de la humanidad. En todas las grandes tragedias se camufla la inteligencia y el razonamiento con ese instinto de bajo nivel. Los regímenes totalitarios de Mussolini, Hitler y Stalin convencieron a las poblaciones con ese raciocinio, que es puro instinto y surge en el origen de la vida de los vertebrados, pero que no tiene que ver con el razonamiento. El peligro es que aquello que salvó al australopithecus cuando bajó del árbol siga predominando.

      P. En cien años usted ha conocido esos totalitarismos. ¿Cómo se puede evitar que vuelvan?

      R. Hay que comenzar en la infancia, con la educación. El comportamiento humano no es genético sino epigenético, el niño de dos o tres años asume el ambiente en el que vive, y también el odio por el diferente y todas esas cosas atroces que han pasado y que pasan todavía.

      P. ¿Qué aprendió de sus padres? ¿Qué valores le transmitieron?

      R. Lo más importante era comportarse de una manera razonable, saber lo que vale de verdad. Tener un comportamiento riguroso y bueno, pero sin la idea del premio o el castigo. No existía la idea del cielo y el infierno. Éramos religiosos, pero la actitud ante la vida no tenía que ver con la religión. Existía el sentido del deber, pero sin compensaciónpost mortem. Debíamos comportarnos bien, eso era una obligación. Entonces no se hablaba de genética, pero era ese espíritu. Sin premio ni miedo.

      P. Su origen es sefardí. ¿Hablaban español en casa?

      R. No, nunca tuvimos mucha relación con esa lengua. Sabíamos que veníamos de la parte sefardí y no de la askenazi, pero no se hablaba de ello, no nos importaba mucho ser de una u otra. Spinoza me hacía feliz, era un gran referente cultural, y todo lo que sabíamos procedía de los grandes pensadores hebreos, pero no había un sentido de orgullo, de ser mejores, nunca pensamos así.

      P. ¿Basta un siglo para comprender a Italia?

      R. Es un país maravilloso, por el clima, por la historia del Renacimiento, y por sus enormes contribuciones, su historia formidable de capacidad y descubrimientos. Me sentí siempre judía e italiana, las dos cosas al 100%. No veía dificultad en eso.

      P. ¿Cómo ve a Italia hoy?

      R. Tiene un fortísimo capital humano, capacidad innovadora y de convivencia, orgullo del pasado, y no se siente demasiado afectada por las cosas negativas, como la mafia. Siempre sentí que era un país del que era una suerte formar parte y haber nacido. Ser italianos era parte de nosotros, nadie nos preguntaba si éramos italianos o no. También era una suerte ser judía. No conocí la Biblia, no tuve una educación religiosa, y me reflejaba en el capital artístico y moral italiano y judío. No pertenecí a una pequeña minoría perseguida, sabía que eso ocurría, pero no me sentía parte de ello. Desde niña me sentía igual que los demás. Cuando me preguntaban "¿cuál es tu religión?", contestaba: "Yo, librepensadora", y nadie sabía qué era eso. Y tu padre qué es: ingeniero.

      P. ¿Cómo vivió el fascismo?

      R. No siento rencor personal. Sin las leyes raciales, que determinaron que los judíos éramos una raza inferior, no hubiera tenido que recluirme en mi habitación para trabajar, en Turín y luego en Asti. Pero nunca me sentí inferior.

      P. ¿Así que no sintió miedo?

      R. Miedo, no; desprecio y odio sí, netamente por Mussolini. A mi profesor Giuseppe Levi lo seguí paso a paso y era feliz por lo que él valientemente osaba hacer y decir. Nunca sentí la persecución porque mis compañeros de universidad católicos me consideraban igual. Y no tuve sensación de peligro. Cuando empezaron las persecuciones, eran tan inmundas las cosas que se decían que no me daba por aludida. Estaba ya licenciada en 1936, había estudiado con Renato Dulbecco, católico, y Salvatore Luria, judío, y no tenía sensación de ser distinta.

      P. ¿Cree que hay peligro de que vuelva el fascismo?

      R. Sí, en los momentos críticos prevalece más la componente instintiva del cerebro, que se camufla de raciocinio y anima a los jóvenes a razonar como si fueran parte de una raza superior.

      P. ¿Ha seguido la polémica sobre el Papa, los preservativos y el sida?

      R. No comparto lo que ha dicho.

      P. ¿Y qué piensa del poder que tiene la Iglesia? ¿Es demasiado?

      R. Sí. Fui la primera mujer admitida en la Academia Pontificia y tuve una buena relación con Pablo VI y con Wojtyla, también con Ratzinger, aunque menos profunda que con Pablo VI, al que estimaba mucho. No la tuve en cambio con aquel considerado el Papa Bueno, Roncalli (Juan XXIII), que para mí no era bueno, porque era muy amigo de Mussolini y cuando comenzaron las leyes antifascistas dijo que había hecho un gran bien a Italia.

      P. ¿Ha cambiado mucho su pensamiento a lo largo de la vida?

      R. Poco, poco. Siempre pensé que la mujer estaba destruida porque el hombre imponía su poder por la fuerza física y no por la mental. Y con la fuerza física puedes ser maletero, pero no un genio. Lo pienso todavía.

      P. ¿Le importó alguna vez la gloria?

      R. Para mí, la medicina era la forma de ayudar a los que no tenían la suerte de vivir en una familia de alto nivel cultural como la mía. Esa línea recta no ha cambiado. La actividad científica y la social son la misma cosa. La ayuda a las mujeres africanas y la medicina son lo mismo.

      P. ¿El cerebro sigue siendo un misterio?

      R. No. Ahora es mucho menos misterioso. El desarrollo de la ciencia es formidable, sabemos cómo funciona desde el lado científico y tecnológico. Su estudio ya no es un privilegio de los expertos en anatomía, fisiología o comportamiento. Los anatomistas no han hecho gran cosa, quitando algunos. Ahora ya no hay barreras. Físicos, matemáticos, informáticos, bioquímicos y biomoleculares, todos aportan cosas nuevas. Y eso abre posibilidades a nuevos descubrimientos cada día. Yo misma, a los 100 años, sigo haciendo descubrimientos que creo importantes sobre el funcionamiento del factor que descubrí hace más de 50 años.

      P. ¿Hará fiesta de cumpleaños?

      R. No, me gustaría ser olvidada, ésa es mi esperanza. No hay culpa ni mérito en cumplir 100 años. Puedo decir que la vista y el oído han caído, pero el cerebro no. Tengo una capacidad mental quizá superior a la de los 20 años. No ha decaído la capacidad de pensar ni de vivir...

      P. Díganos el secreto.

      R. La única forma es seguir pensando, desinteresarse de uno mismo y ser indiferente a la muerte, porque la muerte no nos golpea a nosotros sino a nuestro cuerpo, y los mensajes que uno deja persisten. Cuando muera, solo morirá mi pequeñísimo cuerpo.

      P. ¿Está preparada?

      R. No hace falta. Morir es lógico.

      P. ¿Cuánto desearía vivir?

      R. El tiempo que funcione el cerebro. Cuando por factores químicos pierda la capacidad de pensar, dejaré dicho en mi testamento biológico que quiero ser ayudada a dejar mi vida con dignidad. Puede pasar mañana o pasado mañana. Eso no es importante. Lo importante es vivir con serenidad, y pensar siempre con el hemisferio izquierdo, no con el derecho. Porque ése lleva a la Shoah, a la tragedia y a la miseria. Y puede suponer la extinción de la especie humana.

      Esta entrevista pertenece al suplemento Domingo del 19 de abril de 2009

      sábado, 4 de abril de 2009

      LA ESPIRITUALIDAD Y LA CIENCIA...

      Hacía tiempo que no escrbía en mi blog, muchas reflexiones en mi cabeza me hicieron hacer un alto para tratar de visualizar en el horizonte y poder entender que era lo que realmente había programado, discernir realmente tantas y tantas imágenes, tantos y tantos sonidos que a lo largo de mi existencia como ser, me han acompañado.

      Pensé durante años que pertenecía a algún sitio, o que u sitio pertenecía a mí, incluso llegué a pensar y a expresar un pensamiento posesivo de lo que consideraba "mi país" o "mi tierra" como si a la naturaleza entendiera las tonterías de las fronteras inventada por los seres humanos, en nuestro pensamiento arcaico de territorialidad, el cual sin duda nos ha servido para vivir con estas creencias...

      Hoy que he conocido la biodecodage, definitivamente me he reencontrado con la profundidad de la esencia de lo que realmente soy, un ser que durane millones de años ha evolucionado de determinada manera para mantenerme vivo en el planeta, un ser biológico, llamémoslo científicamente preparado para crecer, subsistir y perpetrar la especie... pero todo ello englobado, representa la verdadera espiritualidad, que va más allá de grupos, asociaciones, corporaciones, todas ellas llamadas religiones; una espiritualidad real y profunda, una realidad cuántica, que en menos de un instante, tan solo sin que ni siquiera de tiempo a razonar algo, ya nuestro inconsciente lo ha planteado, entendido y solucionado inmediatamente.

      Al fin la ciencia y el espíritu vuelven a estar juntas, a pesar de todo el esfuerzo que supuso a muchos mantenerlas separadas, con su corta visión, con su neurorigidez, con sus miedos...

      Se abre una puerta, y ya no se vuelve a cerrar, y estamos participando en ella, y estamos siendo parte activa de este proceso, de un cambio en la mente humana, donde por fin somos testigos y protagonistas incluso con nuestras propias vidas, de lo que realmente hemos hecho durante millones de años... y como nada es totalmente una cosa u otra, sino una mezcla de las dos, pues aquí comenzamos nuevmente, una vez más, a entender que si intentamos nuevamente separar la ciencia del espíritu, estamos haciendo nuevamente una de las mayores tonterías de la historia, y no solo a nosotros, sino a las generaciones futuras, que sin duda, tarde o temprano, volverán a llegar a mezclarlo... por eso creo que es buena hora de cambiar la historia, y "ser ciencia y ser espíritu"

      De cualquier manera, mientras más conozco mi historia, mis historias, mi cuerpo, mis cuerpos, mi evolución, mi cerebro, es cuando realmente más espiritual me siento...

      Gracias por estar allí, graciar por ser partícipes conmigo de esta preciosidad humana...

      Como dijo Henry David Thoreau (1817-1862) Escritor, poeta y pensador

      "Lo que un hombre piensa de sí mismo, esto es lo que determina, o más bien indica, su destino."


      Siempre siempe, nos vemos en la luz ;-)

      Jesús.