Guaraira Repano

Guaraira Repano

lunes, 4 de marzo de 2019

Metales...



Como duelen ... si, de tanto tiempo puestos, al final, se pegan a la piel provocando una intensa irritación que luego se “callifica”, como decía Anselmo, con perdón de la RAE, y sin darse cuenta se integran en las capas cutáneas. 

Al principio duele un poco, es una sensanción extraña producto de la cicatrización y las jerarquías que con ella florecen... y un día, aunque vanamente pueden llegar a molestar, se van fortificando y pasando a ser parte de tu parecer... que rápidamente será confundido con el “ser”. 

El peso aumenta, si;  llevar la piel tan forrada, al final, genera ciertas y determinadas dificultades las cuales pueden ser eliminadas en un sencillo movimiento de cabeza, para evitar que la reflexión de paso a la acción... 

Y así transcurren años y ya todos los espacios son inundados de cientos de nosotros forrados en metales, vestidos de armaduras, ya no somos esa persona con nombre sino esa persona con una serie de misteriosas historias, creadas en base a una sociedad cada vez más superflua... escondidos bajo las máscaras ya ni los propios nos conocen... y buscamos un espacio donde la asfixia de lo que creemos llamar poder, se convierte en una búsqueda desesperada de un latonero, o de un taller donde se apiaden de nosotros y nos arranquen muy lentamente y de la forma más delicada posible, esos Latones y demás metales que llevamos, como diría don Napoleón, pegados al “cuero”... algunos incluso muy oxidados... a los cuales primero habrá que limpiar, para luego poder retirar las capas que le suceden... 

Y sin saberlo, o tal vez si, conseguimos ese lugar, ese taller, o la verdad, más bien un templo sagrado donde ya antes de entrar nos invitan a ir retirando las cortezas metálicas que nos cubren. 

Una a una... y por más sutil que sea, el dolor precede a una serie de incomodidades que nos hacen retorcernos lagrimeando... y en silencio, hacia la conquista primigenia del yo verdadero... del ser que busca La Luz y la pide ... y así van quitando una a una ... “Cacho a Cacho”, centímetro a centímetro... dejando para si, una serie de pequeñas laceraciones que solo el trabajo, el tiempo y la Luz, permitirán cicatrizar... lentamente, sin las prisas de la sociedad moderna, sin el miedo de los viejos esquemas y rodeado de personas cuya fraternidad es a prueba de metales profanos ...


Afuera quedan, amontonadas, nuestras historias, desandando el camino, perdiendo sus pasos... 






Nos vemos en la luz :-)

Dr. Jesús E. Martínez M



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