Hacían
meses que no pasaba por aquí, y efectivamente, el viento, la sal, el sol y la
Mar, me han traído de vuelta, mientras caminaba por un callejón a media luz, mirando
los adoquines de las calles, pensé en compartir esta reflexión que tanto me ha
pasado y tanto me ha rodeado.
Es
increíble observar hasta donde llega directamente la influencia de la Dualidad
en nuestras vidas; con esto me refiero a la creencia en la existencia del bien
y del mal; conceptos “religiosos” incluso en su mayoría “judeo-cristianos”, que
definen los hechos desde el punto de vista del consciente, contaminado
absolutamente por las percepciones que según nuestras propias historias, vamos
utilizando para definir otras, que nada tienen que ver con sucesos anteriores,
pero que sin embargo, si una serie indeterminada de indicadores aparecen, nuestro sistema de defensa activa
la batería antiaérea de las emociones, muchas veces sin siquiera haber
necesidad real de hacerlo.
Si bien es
cierto, que durante nuestro crecimiento neurológico, que luego físico, nos
permite , es necesario “catalogar todo lo que vemos”, también es cierto, que
esa costumbre que nos permitió crecer, no siempre es necesaria para aplicarla
en toda nuestra vida.
Esa
dualidad, ese bien y ese mal, nos lleva a vivir de una forma equivocada, porque
si creo en el mal, creo en el daño y por tanto en todas esas bajas pasiones que
nos hemos inventado, nos cerramos, creemos que los demás vienen a atacarnos,
sin recordar que en realidad para nuestro inconsciente el bien y el mal no
existe, el inconsciente es inocente y no juzga, y esa capacidad de verlo todo “con
los ojos del amor” (Alguien le llamó con los ojos de Dios), nos convierte en protagonistas
de nuestra vida, y no en actores de nuestro reparto; nos coloca en el centro de
nuestra existencia, y no en la periferia, mirando a los demás ocupar nuestros
lugares; y estos son solo pequeños ejemplos, porque si analizamos, hasta donde
influyen en nuestras vidas la visión “filtrada” de “lo bueno” y “Lo malo”, así
como sus mentiras sub-siguientes: Éxito, fracaso; Triunfo, derrotas, dificultades,
nopodismos, siperismos y yanoísmos..
Es un
compromiso sano, el que permite reconocer dentro de cada uno la capacidad de re-encuadrar
en nuestra vida, esa serie de cosas que nos suceden (porque las hemos pedido),
y comprender que solo variando “la forma de vivirlo”, cambia totalmente nuestro
mundo. Por ejemplo, hay días en los que nuestro espíritu necesita reposo, aún
teniendo algunas responsabilidades asumidas que “deberíamos” cumplir, ese “pararnos”
suele ser asumido como “un error, como algo malo”, cuando realmente es el
respiro y la toma de impulso que a veces nuestra alma necesita para seguir en
la meta prevista; yo no los veo como obstáculos, sino como parte del camino.
Gary Renard
nos invita a abrir poco a poco el filtro del dualismo, pasando del dualismo al
semi-dualismo, hasta ir llegando al No Dualismo, por llamarlo de alguna manera,
yo prefiero llamarlo inocencia; de esa forma gradual, vamos aprendiendo en el camino.
Es un viaje
con premio garantizado, con final feliz, emprenderlo, es elección de cada uno…
Nos vemos en
la luz… ;-) o mientras se refleje en los adoquines…
Jesús